martes, 6 de octubre de 2009

El Matrimonio en la perspectiva de Dios

Es muy emotivo ver cómo Dios, según el libro del Génesis, se interesa por la soledad del hombre.  Entendemos que Dios no ha creado al hombre para vivir en soledad, sino en relación, en compañía.  La compañía de los animales domésticos es buena, no viene criticada, pero es insuficiente.
La única relación plena, satisfactoria, regocijante, es la relación con quien es igual que él, ¨carne de su carne¨.  Es la relación propia de los seres humanos.  El grado sumo de esta relación es la relación matrimonial del varón y la mujer, por la que ¨los dos llegan a ser una sola carne¨.  El matrimonio no es, pues, la única forma de relación ni el único modo de vencer la soledad.  La relación de amistad, de compañerismo, de hermanos en religión, etc., vence también la soledad del hombre.  Sin embargo, el matrimonio y la familia son instituciones naturales en las que la victoria sobre la soledad puede lograr la máxima altura.
Estar solo es triste, penoso.  Estar interiormente dividido, lo es todavía más.  División de la inteligencia y de la voluntad: Me caso o no me caso? División del corazón: De entre todas las personas que conozco, quién me puede ayudar más a vencer la soledad y a hacerme feliz? A quién puedo yo ayudar mejor a amar y a ser feliz? División de las experiencias vivas: Tantas experiencias con esta o aquella persona que dejan el ama vacía, el corazón medio roto, la amargura de la frustración, el descontento de uno mismo, la conciencia intranquila o hasta gravemente herida! El matrimonio, vivido en todo su esplendor y belleza, unifica. Unifica las fuerzas de la inteligencia, que se orientan hacia la vida matrimonial y familiar.  Unica las fuerzas de la voluntad, que acepta el de la persona amada y tiende a hacerle el bien.  Unifica el corazón centrándolo en el esposo o esposa y en los hijos.  Unifica las experiencias de la vida, que son vividas todas en referencia a la experiencia conyugal y familiar.  Es verdad que, ya en el matrimonio, se puede uno encontrar con fuerzas que intenten de nuevo dividir, resquebrajar la unidad.  Es verdad que pueden existir situaciones extremadamente duras y difíciles.  En el amor profundo y auténtico que logró, en el momento de casarse, superar la ¨división¨, existen recursos y energías para promover y defender la unidad frente a las fuerzas hostiles.
Es el amor del que Jesucristo es el modelo.  En Cristo todo su ser está unificado por el amor a la humanidad, amor que no le ahorra ningún sacrificio.  Nadie ama más que aquél que da la vida por el amado.  Por el sacramento del matrimonio, los cristianos participan del amor con que Cristo Esposo amó a la Iglesia Esposa.  Ese amor redentor de Cristo, eficazmente presente en los cónyuges cristianos, les hará superar cualquier tentación de división, y promover la unidad como el mayor bien de los cónyuges, de la familia y de la sociedad.
 
Padre Dios, que el amor redentor de Cristo, tu Hijo, esté eficazmente presente en los cónyuges cristianos, les ayude a superar cualquier tentación de división, y a promover la unidad como el mayor bien de los cónyuges, de la familia y de la sociedad.  Amén.
 
 
 

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