miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nuestra fe no puede descansar

Una de las cosas más difíciles en nuestra fe es que hay muchas cosas que no se puede entender.  Hubiera sido tan sencillo si hubiese una explicación para todo, si unos cursos y estudios pudieran ponernos al día por completo, sin dudas ni reservas.  Pero si así fuera, habríamos quitado a Dios la cosa más importante: el hecho de que él es Dios.  El es más que todo lo que podríamos imaginar y entender.  Muchas veces nos hacemos la pregunta más importante de nuestra fe: Quién es Dios? Quién es esta persona en la cual hemos puesto toda nuestra fe, nuestra confianza y nuestra seguridad? Descubrimos que solamente a través del Espíritu de Dios podemos entender las cosas de Dios.  Y las aprendemos, no al estilo de las enseñanzas humanas, sino por la inspiración del Espíritu de Dios.  Por ejemplo, muchas veces, cuando escuchamos el testimonio de la boca de una persona tímida y de pocas palabras, percibimos verdades tan profundas que nos dejan asombrados, y la persona casi no dijo nada! Es que el Espíritu usó la buena voluntad de aquella persona para hablar a nuestro espíritu.  Así de fácil. En el Salmo 144,8-13, encontramos el boceto de una descripción, una definición de Dios.  El es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, bueno con todos, cariñoso, fiel a sus palabras, bondadoso… es decir: Dios se motiva por el amor, porque Dios es amor. Dios no solo nos habla, además, nos ha amado de una forma muy realista, nos ha amado hasta la muerte de su propio Hijo.  Así, pues, cada uno de nosotros puede decir personalmente: ¨Vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí ¨ (Gálatas 2,20).
 Gracias por el don de la fe, por la que creemos aun sin entender. Pedimos, Señor, que la verdad de tu Palabra penetre profundamente, con su alegría y con su responsabilidad, en nuestro corazón. Amén.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario