martes, 7 de julio de 2009

Vaya Personaje

Anoche, mientras le leía a mi niño, me preguntaba que si no había algún cuento que hablara sobre la historia de Santa Claus, a lo que le respondí: me imagino que si. Pero a la vez recordé cuando era niña, la ansiedad que sentía cuando esperaba el día de Navidad para abrir los regalos que el legendario Santa Claus había traído.

Si la memoria no me traiciona, en aquel entonces tenía más o menos 6 años. Recuerdo que ese día después de cenar y corretear un poco con mi hermanita y mi mejor amiga y vecina de entonces Leyda, nos fuimos a dormir, a la espera de que llegara el amanecer y ver los esperados regalos. Al día siguiente, vi con tristeza que tan solo tenía un regalo, era una muñeca, ¡que dolor sentí! Esperaba algo más, mucho más y no entendía por qué, a pesar de haber tenido un buen comportamiento no había sido beneficiada por Santa Claus. Mis hermanos también recibieron un regalo, pero a ellos no parecía afectarle.

Gisselle Lawrence, mi hermana, fue feliz con su juguete y mi hermano Andrés también. Pero mi amiga Leyda, que era la mayor de todos, ya sabía la verdadera procedencia de los regalos. Me puse muy triste y le pregunté a mi amiga si sabía por qué no tenía más regalos y ella me contó la verdadera historia: que los regalos de Navidad eran comprados por nuestros padres, que Santa Claus era un personaje ficticio y que si los padres no tenían dinero, no habían regalos.

Me negaba a creer esa explicación y le pregunté a su mamá. Para mi sorpresa me dijo que era la verdad, que Santa Claus era el espíritu de la Navidad que vivía en cada uno de nosotros y que finalmente la cantidad de regalos no importaba, sino el hecho de dar un presente en navidad a la persona que amamos, y que probablemente esa muñeca era lo único que mis padres habían podido comprar. Luego de entenderlo, a los 7 años me pareció una crueldad. Pero, a partir de ese momento, empecé a cuidar mis juguetes, a sabiendas que la familia aumentaba y que aún con el poco dinero que tenían mis padres nos compraban regalos; comencé a ver las cosas desde otra perspectiva.

Con el tiempo fui aprendiendo el verdadero sentido de regalar, que está muy lejano del valor económico de los regalos. No sé si será correcto engañar a los niños inventando toda una historia de fantasía sobre Santa Claus, los duendes, los Reyes Magos y la fábrica de juguetes, ya que al final no aprenden a apreciar y cuidar los juguetes pensando que al ¨fulano Santa¨ no le cuesta nada regalarlos.

Lo cierto es, que a la hora que me toque hablarle a mi hija sobre Santa Claus y los juguetes que espera, trataré de que entienda como ya lo hice con mi niño, que éste no es más que un personaje, que por cierto nada tiene que ver con Latinoamérica, y que los regalos los compran sus padres con sacrificio y mucho trabajo, por lo que deben cuidarlos y ser realmente merecedores de los obsequios, ya sea para esta época o para cualquier otra en especial.

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